¿Cómo se produce la vida? ¿Se ha preguntado alguna vez cómo una semilla puede convertirse en una planta? ¿Cómo una célula sabe cuáles son sus propiedades y, sobre todo a qué lugar pertenece? ¿Quién o qué le dice a la planta cómo debe verse? El origen de la vida y el desarrollo de un ser vivo son un misterio que la ciencia no puede explicar. ¿La respuesta yace en nuestros genes? ¿La información está almacenada en ciertas secciones del ADN?
¿El ADN – es el plano de la vida?
El desarrollo de un ser vivo se basa parcialmente en la información contenida en los genes. Las células decodifican los genes para obtener información que ante todo necesitan para fabricar proteínas. Las proteínas forman el “material básico” de la vida. Éstas son responsables de la estructura y las funciones de cada célula viva del cuerpo y controlan los procesos bioquímicos del metabolismo. ¿Pero de dónde la célula viva en desarrollo obtiene la información de cuál célula debe ocupar equis lugar en la construcción del organismo? Es como construir una casa: se necesita un plano para poner las ventanas y puertas en el lugar correcto de la edificación.
El campo electrodinámico
En la década de 1940, el Dr. Harold Saxton Burr, profesor de anatomía de la Universidad de Yale, estudió la forma de los campos de energía en las plantas y los animales vivos con la esperanza de hallar este mapa. Sus mediciones del campo en huevos de salamandra infértiles llegaron a ser famosas:
Burr midió los potenciales eléctricos en diferentes áreas alrededor del huevo y anotó el valor medido y la posición. La posterior evaluación gráfica de las diferencias de potencial en relación de unas con otras produjo una fascinante imagen – ¡es decir la de una salamandra completamente desarrollada! De modo que la forma del animal completamente desarrollado ya estaba presente en el huevo de la salamandra, o más bien en el campo eléctrico alrededor del huevo de la salamandra. Burr también realizó esas mediciones en semillas de plantas de cereales. El resultado fue idéntico: Las mediciones en las semillas produjeron la imagen de una planta adulta. El Dr Saxton Burr denominó este campo del potencial eléctrico el “campo electrodinámico”. La respuesta a nuestra pregunta original es por lo tanto: No es tanto el ADN, sino más bien el campo eléctrico de un ser vivo el que contiene el mapa y determina la forma del cuerpo.
En un sistema biológico mucho más complejo tal como el cuerpo humano, la forma y la función de cualquier grupo de células están determinadas por tres factores:
- la información genética de la célula (ADN),
- la relación con las células vecinas (comunicación celular), y
- la posición que ocupan en el campo electrodinámico.
No sólo los seres vivos tienen un campo electrodinámico. Harold Saxton Burr escribió en su libro: “El universo en el que nos encontramos y del cual no podemos estar separados es un lugar de ley y orden. No es casualidad ni caos. Está organizado y mantenido por un campo electrodinámico el cual puede determinar la posición y el movimiento de todas las partículas cargadas.” (Burr, 1972)
La vida está en movimiento
El crecimiento y la vida implica movimiento constante. La energía de la vida requerida para esto es proporcionada por la radiación cósmica (Feynman et al, 2006). Consiste de alta energía, partículas eléctricamente cargadas que probablemente se originan en el Sol, la Vía Láctea y las galaxias distantes. Sin embargo, el origen exacto de los rayos cósmicos permanece desconocido.
Esta energía muy fuerte, o más bien la gran cantidad de partículas cósmicas entrantes, tendría el potencial de poner en peligro, la frágil vida en la Tierra. Afortunadamente, la Tierra tiene un “escudo protector”: nuestro planeta está rodeado por un campo magnético de enormes dimensiones, que dirige una gran parte de la radiación alrededor de la Tierra. Sin embargo, muchas partículas cargadas eléctricamente en forma positiva alcanzan la superficie de la Tierra, la cual posee una carga eléctrica negativa. (La ciencia aún no ha podido explicar el porqué de esto).
Si la carga positiva que continuamente llega a la superficie de la Tierra no fuera equilibrada, neutralizaría la carga negativa de la Tierra dentro de un muy breve periodo y la vida en la Tierra ya no podría existir. Por lo tanto se necesita un mecanismo por el cual las partículas cargadas positivamente son transportadas de regreso a la atmósfera. Esta labor es realizada por los millones de rayos que iluminan el firmamento en aproximadamente 40.000 tormentas que ocurren alrededor del globo cada día. (Feynman et al, 2006)
¡La conexión a la tierra protege y sana!
Las partículas cargadas eléctricamente que determinan la carga de la superficie de la Tierra contienen electrones libres. Estos electrones pueden reducir las cargas positivas en el cuerpo humano. Tal – exceso – de cargas positivas se encuentra por ejemplo, en los radicales libres. Los radicales libres son moléculas, átomos o iones con un electrón “libre”, es decir desapareado. Éstos son altamente reactivos y pueden desencadenar el estrés oxidativo en el cuerpo, por ejemplo, que a su vez es la causa de muchas enfermedades.
Los radicales libres, tales como los producidos por la radiación de la telefonía móvil, circulan en nuestros cuerpos en búsqueda de electrones para completarse, y también pueden destruir a las células sanas en el proceso. Tan pronto como estos radicales libres se combinan con los electrones libres de los iones cargados negativamente de la tierra, son “saturados” y ya no contribuyen con los procesos inflamatorios en el cuerpo.
El equilibrio eléctrico de los electrones libres puede ocurrir cuando nos conectamos a la Tierra, por ejemplo al caminar descalzos sobre la hierba o la playa. Este proceso de conectarnos a tierra incrementa nuestro bienestar físico y fomenta los poderes de autocuración del cuerpo. (Ober et al, 2010)
Orientación con el campo magnético de la tierra
La criaturas vivas están conectadas a la tierra mediante otros campos eléctricos y magnéticos. El campo magnético de la Tierra no sólo los protege de demasiada radiación cósmica, sino que también ayuda a que las aves y los insectos, por ejemplo puedan navegar. El Zoólogo Prof. William T. Keeton de la American Cornell University investigó cómo los animales se orientan con el campo magnético de la tierra en un experimento con palomas en 1971. (Keeton, 1971)
Las palomas pueden orientarse al reconocer las características del terreno, tales como árboles, matorrales, caminos y edificaciones. ¿Qué sucede si las aves son desprovistas de esta posibilidad de orientación? En un primer experimento, lentes de contacto translúcidos fueron insertados en las palomas. Esto les permitió ver la luz, pero no vislumbrar algún contorno. Las palomas fueron dejadas en Marathon, a 45 kilómetros al norte de Ithaca en los Estados Unidos. Aunque las aves normalmente no vuelan sobre aguas abiertas, entonces volaron hacia el lago Ontario hasta que encontraron la línea de campo magnético más cercana. Luego siguieron esta línea hasta que alcanzaron su destino.
En un segundo experimento, un imán fue adicionalmente atado en la parte posterior de la cabeza de las palomas, la cual les impidió orientarse con el campo magnético, como lo hicieron en el primer experimento para encontrar su camino a casa. Esta vez las palomas sólo regresaron después de uno o dos días, de hecho sólo después de que los imanes se cayeron. (Moore, 1988) La orientación de las palomas con el campo magnético de la tierra no es posible por las células que contienen hierro en el pico de los animales, como fue asumido hace mucho tiempo, sino por las células nerviosas. (Dönges 2012)
En el cerebro humano, hay millones de cristales de magnetita en las células cerebrales y en la membrana del cerebro (Kirschvink,1992), los cuales ayudan a los humanos a orientarse con el campo magnético de la Tierra. Los cristales de magnetita incluso pueden recibir señales débiles; reaccionan más de un millón de veces más fuerte a un campo magnético externo que cualquier otro material biológico. También, el 30 por ciento de las moléculas de la glándula pineal son metálicas y en consecuencia sensibles a los imanes (Oschman, 1997). Por lo tanto, los campos magnéticos externos afectan al cerebro directamente, los cuales pueden conducir a cambios en las funciones metabólicas. Por este motivo se aconseja la precaución al usar un teléfono móvil y no debe mantenerse directamente en la cabeza.
La resonancia Schumann y las ondas α (alfa)
Otra manera de conectarse con la tierra es a través de su “latido”. El “latido” de la tierra fue descubierto en 1952 por el físico e ingeniero electricista alemán Winfried Otto Schumann. (Schumann, 1952) (Antes de él, el físico e ingeniero electricista Nikola Tesla ya había descrito la existencia de esa frecuencia, pero no pudo probarlo.) La resonancia Schumann, llamada así debido a su descubridor es aproximadamente de 7.83 Hz, lo cual corresponde a 7.83 pulsos por segundo. Este rango de frecuencia también se llama “Frecuencia Extremadamente Baja”, abreviado FEB, y es de una particular importancia porque muchas señales eléctricas naturales, tales como las producidas por la contracción muscular o las generadas por el cerebro humano están en el rango de las FEB.
La conexión eléctrica entre la tierra y sus seres vivos, incluyendo a los humanos, es vital. El hecho de que no podamos vivir en forma saludable sin esta conexión a la tierra fue demostrada por el cronobiólogo el Prof. Rütger A. Wever del Instituto Alemán Max Planck sobre la base de más de 400 experimentos que él dirigió entre 1964 y 1989.
El experimento funcionó de la siguiente manera: voluntarios pasaron varios días en un búnker completamente sellado a la luz y aislados del campo magnético natural de la tierra. El latido de la tierra–la resonancia Schumann–ya no era perceptible para ellos. Después de sólo un corto tiempo se sintieron indispuestos y tuvieron náuseas. Esto cambió inmediatamente tan pronto como Wever introdujo la frecuencia de 7.83 Hz en el búnker.
Curiosamente, las ondas alfa del cerebro humano están exactamente en el rango de la resonancia Schumann. Entre otras cosas, las ondas alfa son características de un estado de alerta relajada con un cerebro simultáneamente muy despierto y activo.
Comunicación mediante la resonancia
Incluso la comunicación dentro del cuerpo humano, entre las células y los órganos, ocurre con la ayuda de señales eléctricas. Cada órgano tiene su propia frecuencia de resonancia, su propia dirección electrónica, por así decirlo, con la cual puede recibir las señales correspondientes. (Gittleman, 2010). Este hecho es bien conocido en la medicina y se usa en los aparatos de diagnóstico que están basados en recibir señales y campos magnéticos y eléctricos provenientes del cuerpo. Ejemplos de esto son las Imágenes por Resonancia Magnética (IRM) y el Electrocardiograma (ECG).
Todos nosotros sabemos por nuestra propia experiencia que en la comunicación interpersonal la palabra hablada es sólo una pequeña parte del mensaje. Igual de importante es la conexión entre dos personas mediante los campos magnéticos de sus corazones. Le da al mensaje el “tinte” por el cual el receptor puede sopesar e “interpretar” las palabras dichas. Esto incluso se refleja en nuestro vocabulario: si nos sentimos atraídos hacia una persona o la entendemos bien, hablamos de estar en “la misma longitud de onda”. Nuestros campos magnéticos están en resonancia y nuestros corazones se “comunican” unos con otros.
La resonancia es un fenómeno bien documentado científicamente. Es una propiedad de todos los sistemas, desde las estructuras más pequeñas tales como los átomos hasta los planetas e incluso las galaxias. Por ejemplo, las moléculas con propiedades similares resuenan (Ho, 2008), y las células utilizan la resonancia para comunicarse, reproducirse y sanarse (Oschman, 2015).
Todos estos procesos de comunicación descritos en el cuerpo humano requieren energía. En las células vivas, existe un voltaje eléctrico a través de casi todas las membranas. Como una batería, este voltaje indica la energía y por lo tanto la salud de la célula. La energía para mantener este potencial electroquímico proviene en gran medida de la molécula rica en energía el ATP (adenosín trifosfato), la cual es producida en la mitocondria, las plantas de energía de las células. El ATP proporciona la energía para casi todos los procesos que consumen energía. Muchos estudios han demostrado que la radiación electromagnética generada técnicamente puede alterar el ADN en la mitocondria que conduce a un daño permanente. (Pike, 2019)
¿Somos una “víctima” de nuestros pensamientos?
La ciencia de la epigenética, la cual se está volviendo cada vez más importante, está cambiando nuestra comprensión de cómo funciona la vida. La epigenética observa los cambios en la actividad de los genes que ocurren sin un cambio en la secuencia del ADN. Se ha encontrado que los factores externos tienen una gran influencia sobre si los genes están activados o no. Estos factores incluyen la nutrición, el estrés, los contactos sociales, las toxinas medioambientales, y también la psique humana. (cf. e.g. Lipton, 2013 y Lipton, 2016) La epigenética “demuestra” que los humanos no son sólo cuerpo, sino también mente, y que ellos influencian a su mundo en forma mucho más fuerte con sus pensamientos y sentimientos que lo que habíamos asumido anteriormente.
Todo lo que hemos excluido del modelo médico – energía pensamiento, mente, sentimiento – ahora se convierte en el principal mecanismo de interacción con la realidad física. Las frecuencias y patrones específicos de radiación electromagnética controlan el ADN, el ARN y la síntesis de proteínas, alteran la forma y la función de las proteínas, y controlan la regulación de los genes, la división celular, la especialización de las células, la morfogénesis (el desarrollo de los órganos, orgánulos y otras estructuras), la secreción de hormonas, el desarrollo y la función de los nervios. Estos nuevos hallazgos demuestran que el medioambiente y nuestra percepción de éste pueden anular la programación de nuestros genes. Por lo cual creemos, que realmente podemos cambiar en forma activa nuestros genes, y por lo tanto no somos una “víctima de nuestros genes” sino más bien una “victima de nuestros pensamientos y sentimientos”.
¡La comunicación inalámbrica perjudica a la vida!
Los impulsos magnéticos y eléctricos por lo tanto juegan un papel importante en todos los procesos que rodean la vida en la Tierra y más allá – desde los átomos hasta las células, los cuerpos, los planetas, los sistemas solares y los universos. La radiación electromagnética generada técnicamente se superpone y en forma significativa perturba estas finas señales y campos magnéticos y eléctricos naturales en la naturaleza.
La propiedades especiales de las señales inalámbricas son
- valores elevados de amplitud de onda,
- valores de la señal que cambian en forma muy rápida,
- frecuencias de pulso en el rango de las señales biológicas y
- radiación continua persistente.
Las señales técnicas imponen sus características sobre las propias señales del cuerpo y por lo tanto impiden la comunicación precisa entre las células. Además, generan radicales libres, los cuales, como fue descrito, pueden conducir a deterioros de la salud e incluso a enfermedades crónicas.
¡La naturaleza proporciona todo lo que necesitamos para una vida saludable! Estamos entendiendo cada vez más que todos los procesos de la vida están en perfecto equilibrio y que nosotros los humanos perturbamos esta armonía, especialmente con la moderna tecnología de comunicación inalámbrica.
Nuestra meta debe ser la de no perjudicar a la vida en la tierra con nuestro supuestos avanzados inventos. Empiece personalmente al limitar su uso de dispositivos y medios de comunicación basados en la radiación electromagnética o inalámbricos tanto como sea posible. ¡Defienda las alternativas inocuas!
Fuentes:
Burr, Harold Saxton (1972): Blueprint for Immortality: The Electric Patterns of Life, C W Daniel
Dönges, J. (2012): Neuronales Navigationssystem der Taube abgehört. Online article of 27/02/2012 by Spektrum.de.
https://www.spektrum.de/news/neuronales-navigationssystem-der-taube-abgehoert/1149916
Feynman Richard P., Leighton Robert B. , Sands Matthew (2006): Lectures on Physics Volume 2: Electromagnetism and Matter
Gittleman Ann Louise (2010): Zapped: Why your Cell Phone Shouldn’t be your Alarm clock, Goldmann Publishing House
Hecht Karl (2019): Gesundheitsschädigende Effekte von Smartphone, Radar, 5G und WLAN, Kompetenzinitiative zum Schutz von Mensch, Umwelt und Demokratie e.V.
Ho, Mae Wan (2008): The rainbow and the worm. The physics of organisms, World Scientific Publishing Co
Keeton William (1971): Magnets Interfere with Pigeon Homin, Proceedings of the National Academy of Sciences, Vol. 68, No. 1, pp. 102-106, January 1971
Kirschvink Joseph (1992):Magnetite biomineralization in the human brain, Proceedings of the National Academy of Sciences, Vol. 89, pp. 7683-7687, August 1992
Lipton Bruce (2013): The Honeymoon Effect: The Science of Creating Heaven on Earth, Hay House
Lipton Bruce (2016): Lipton Bruce (2016): The Biology of Belief, Unleashing the Power of Consciousness
Moore, B. R. (1988): Magnetic fields and orientation in homing pigeons: Experiments of the late. In Keeton W. T., Moore (1988): Proc. Natl. Acad. Sci. USA, Vol. 85, pp 4907-4909, July 1988
Ober Clinton, Dr. Sinatra Stephen, Zucker Martin (2010): Earthing – The Most Important Discovery Ever, Basic Health Publications
Oschmann, J. L. (1997): What is healing energy? Part 3: Silent pulses. Journal of Bodywork and Movement Therapies. 1(3), 179-189
Oschmann, J. L. (2015): Energy medicine: The scientific basis. London: Elsevier Health Sciences.
Schumann, Winfried O. (1952):Über die strahlungslosen Eigenschwingungen einer leitenden Kugel, die von einer Luftschicht und einer Ionosphärenhülle umgeben ist, Z. Naturforschg. 7a, 149-154 (1952)